España

Miranda no deja de ser una ciudad que se ha ido conformando a base de diversidad, ciudadanos venidos de las distintas comunidades autónomas hace años, y en los últimos, incrementando su población con la llegada de inmigrantes . Esa es una de sus realidades, y también otra que no son pocos los mirandeses -muchos de ellos ya de varias generaciones-, son de etnia gitana. De hecho, estos ciudadanos suponen el 1,6% de la población.

 

Son un número importante y desde el servicio de Promoción Gitana tienen claro que «en Miranda su presencia está muy normalizada, nunca ha habido grandes conflictos», pero aun así lo que también consideran evidente es que pese a esa convivencia habitual siguen existiendo mucho estereotipos «por desconocimiento». Y por eso, y aprovechando que en estos día se ha conmemorado el Día Internacional del Pueblo Gitano, se escogió la Casa de Igualdad para celebrar un encuentro entre mujeres gitanas y payas para eliminar precisamente «todas esas creencias sobre el otro que en muchas ocasiones son erróneas».

 

Participaron una veintena de mujeres y lo que quedó claro tras esta toma de contacto es que convendría mantener los contactos para ir limando «las cosas que nos separan», apuntó Mirian Gabarri, que se llevó «una muy buena impresión de este encuentro. Creo que ha servido para que unas y otras nos entendamos algo más, y hemos quedado en seguir reuniéndonos».

 

Al hacer referencia a los tópicos habituales fue ella quien explicó, al igual que hizo en un escrito que leyó para dar pon concluido este primer encuentro que «uno de los que más nos molesta es que cuando se habla de un suceso, si hay implicado un gitano siempre se dice, y si el autor es un payo no; y en todos los colectivos hay gente buena y gente mala; no hay que generalizar». Eso es lo que esperan que desaparezca, aunque recordó que no parece tarea fácil si entre las acepciones que la RAE da a la palabra gitano «es la del que estafa y obra con engaño; queremos que rectifique porque es un trato injusto».

 

El mismo sentir expresó Aroa Gabarri que tiene muy claro que «lo más importante para que todos podamos convivir es que nos conozcamos y haya un respeto mutuo por las costumbres del otro. Todos somos, ante todo, personas y es así como tenemos que mirarnos los unos a los otros, como iguales».

 

 

En el encuentro de ayer participó también la concejala de Igualdad, Mari Luz Eguíluz, que valoró como «muy positiva» esta primera toma de contacto, que se planteó con la intención de «mantenerlos en el futuro y, además, con la idea de hacer que las mujeres del colectivo gitano conozcan lo que es la Casa de Igualdad y se decidan por hacernos propuestas que puedan resultarnos útiles para todos».

 

Quiso destacar también Eguíluz que la primera reunión podía definirse como un buen comienzo porque «todas las que han venido se han mostrado muy participativas, y de eso es de lo que se trata, de hablar, conocernos, y poder avanzar para conseguir una mayor igualdad».

 

El conocimiento mutuo es la semilla que ayer quiso plantarse en este encuentro en el que se abordó la realidad del pueblo gitano y más en concreto de la mujer, que «en estos momentos de crisis, como pasa en otros colectivos, está siendo también la más castigada. Tenemos mucho camino todavía por andar, pero es bueno que hayamos dado este primer paso», argumentó la responsable de Igualdad.