España

L’ONCLE MANUEL

«Antes que gitano, soy ser humano»

«De lo que se trata es de ser justo, no de tirar siempre hacia los tuyos»
 
En su ciudad de acogida 8 El 'oncle' Manel, el jueves pasado, en el centro histórico de Mataró. JOSEP GARCIA

Mataró - 30/11/2010

Poder presumir de Creu de Sant Jordi, de Medalla de la Ciudad y de entrada propia en la Wikipedia y sin embargo no hacerlo dan buena muestra de quién y cómo es el oncle Manel, fundador «junto a otros nueve hombres» de la Unió Gitana de Gràcia, y el gran mediador -con mayúsculas- de conflictos entre gitanos y «no gitanos» -como le gusta diferenciar a las personas- no solo en Gràcia, sino en todo el país. «Antes que gitano, soy ser humano», procura repetir este hijo ilustre de Gràcia. Precisamente ahí radica el éxito de la mediación que, a sus 77 años, todavía es reclamada por doquier. «Soy evangelista. Hablo con amor», apunta. Y parece que la fórmula funciona a la perfección.

Como ejemplo de su manera de hacer, Manel explica la historia de un piso social que tenía que decidir a quién asignar. «Había dos candidatas. Una mujer gitana que tenía un hijo y vivía con su familia, y una mujer no gitana con cuatro hijos que vivía en la calle». ¿A quién le dio la vivienda? A la mujer «no gitana» con cuatro hijos y sin residencia fija, por supuesto. «De lo que se trata es de ser justo, no de tirar siempre hacia los tuyos», sentencia.

Toda una vida dedicada a la causa da para mucho, y el oncle Manel podría estar un día entero explicando ejemplos de su trabajo. Uno de los aspectos en los que más insiste es en el coraje que le produce -y el daño que le hace- el abuso del término «integración», ahora tan en boga. «Lo que debemos hacer gitanos y no gitanos es acoplarnos. Nosotros somos tan de aquí como el resto, no nos tenemos que integrar. Lo que tenemos que hacer es acoplarnos los unos a los otros», reivindica este bisabuelo infatigable -recoge a diario a cinco de sus 12 bisnietos en la puerta del colegio-, quien empezó a trabajar a los siete años y ha hecho «prácticamente de todo» durante sus 40 años de vida laboral. «Principalmente tareas relacionadas con la venta ambulante», precisa.

Al ser consultado sobre la vigencia de la necesidad de una figura como la suya en pleno siglo XXI, no lo duda: «La mediación sigue haciendo mucha falta». «Hay conflictos y queda mucho trabajo por hacer. Lo que hace falta es gente con ganas de trabajar por la causa», reflexiona. Habla con especial cariño -y un punto de nostalgia- de su época de trabajo junto a Carme Garriga, con quien publicó el estudio Situació del poble gitano a Catalunya.

Sucursal en el Maresme

Por él nunca ha quedado. Al margen de su dedicación a la Unió Gitana de Gràcia, fue uno de los impulsores de la Federació d'Associacions Gitanes de Catalunya, creada en 1991, donde tuvo varios cargos. «A veces le decía a mi mujer que me iba hacer un negocio y me iba a una reunión con unos o con otros», recuerda. Es más, a sus 77 años, nada más llegar a Mataró, donde vive desde hace un par de años, montó sucursal de la asociación gitana.

¿Una espina? Que su nieto Sicus Carbonell, líder de la banda Sabor de Gràcia, por quién el oncle Manel apostaba como su sucesor en la Unió Gitana de Gràcia, optara por una vida dedicada al arte en lugar de al asociacionismo gitano.

Fuente: el Periódico.com

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