España

DIEGO EL CIGALA

"Somos todos gitanos, sin racismo"

"Todo lo que canto lo canalizo a través del flamenco, sin él estoy perdido"

El Cigala, fiel a su est¡lo, en la voz y en las formas, presentó ayer su próximo concierto en Sevilla.

Por: Patricia Godino - Sevilla - 08/07/2012

Ríe a carcajadas. Se pone las gafas, se las vuelve a quitar. Posa divertido para los fotógrafos y abraza a Tío Diego. Pide una cerveza, se atusa la melena con genio y saluda al personal. Dice que está muy contento de cantar el próximo sábado 23 en el Auditorio Rocío Jurado ante un aforo de 3.500 personas. Y si es por la actitud que demostró ayer, se le nota. Y mucho. ¿Razones? Para Diego Ramón Jiménez Salazar (Madrid, 1968), El Cigala según el apodo que le puso Camarón, son muchos los motivos que le hacen sentir especialmente feliz en su regreso a Sevilla. Porque hace años que no canta en la capital, porque "estar por primera vez en la casa de Rocío Jurado es un privilegio", porque será el anfitrión de una velada que promete "muchas sorpresas" y en las que se rodeará de mucho compás: el de Diego Carrasco con "un cachito de Jerez", Diego del Morao, "la guitarra más sabia y genuina del momento" y los Navajita Plateá, "unos gitanos muy valientes, que marcaron época y que apostaron por un tipo de música diferente a aquella en la que se habían criado". Porque, justifica, será un concierto a base de "ortodoxia, compás y pureza", porque "es la primera vez que me subo a un escenario con mi tío Diego". Porque, "somos todos gitanos, sin racismo", tercia Carrasco entre risas. Será una fiesta "en la que cada uno irá al libre albedrío, no hay nada amarrao", explica Cigala, la única certidumbre es que habrá "flamenco genuino". "¿Que por qué prefiero rodearme de gente de Jerez? Porque es el compás que más me gusta -dice marcando el ritmo con los nudillos en la mesa-, porque ya sólo con estar en el escenario con todos ello se crea un clima que llega al público", defiende el cantaor madrileño en una rueda de prensa que fue buena muestra de ese flow como dicen por otras latitudes.

Cigala sabe por experiencia -y así lo ha comprobado su público, cada vez más amplio e internacional- que hay maridajes en la música que paren joyas. Ahí están sus Lágrimas negras con Bebo Valdés, el disco Picasso en mis ojos, con Jerry González, Paco de Lucía, Tomatito y Raimundo, o Cigala & Tango, con Calamaro, Yelsi Heredia o Pablo Agri. Pero eso que hace Cigala "no es fusión", matiza. "Yo los llamo sonidos del alma, sonidos negros. Cuando te juntas con músicos así es como si dijeras ¡Hágase la música! Con las Lágrimas he podido llegar a mucha más gente a la que no habría llegado con un disco de flamenco tradicional. Siendo una de las músicas más enriquecedoras, cuesta muchísimo trabajo aún que el público de fuera aguante cantes clásicos. Pero si le das un bolero aflamencado, les cala hondo. Yo soy cantaor de flamenco y todo lo que hago lo canalizo a través del flamenco, sin él estoy perdido".

Como la mayoría de las cosas, las generalidades sirven de poco aunque hay certezas absolutas: "El flamenco es universal, ha dejado de estar en el cuarto de los cabales". En México, explica "prefieren este estilo para luego terminar con un gran cante y en Estados Unidos ya están acostumbrados a un concierto puro", explica el intérprete, uno de los más internacionales del jondo actual que se ha aventurado también a la producción propia a través del sello Cigala Music.

Bajo esta marca, lanzará a finales de año un disco que será, a grandes rasgos, el repertorio que presentará en el Auditorio, aún sin título pero con cómplices como Diego del Morao y Diego Carrasco, al primero le ha editado el álbum Orate, y para el segundo tiene en capilla Hippytano, en el que este artista simpar resume su casta y su espíritu libre, desprejuiciado. Como el que lleva a gala su sobrino Cigala. Todo queda en familia. La del flamenco sin etiquetas.
 

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