España

LITA CABELLUT

Situación del pueblo gitano en Europa a través de su pintura y de sus opiniones

Lita Cabellut en el jardín de la casa donde se aloja en Sant Joan. Foto: Arguiñe Escandón

Por: Alberto Sánchez Medina - 09/11/2011

En el imaginario tradicional gitano, la mano izquierda era aquello con lo que nacemos y la derecha lo que hacemos con ello. A la pintora Lita Cabellut (Barcelona, 1961) le habría resultado difícil mirarse a las palmas de las manos antes de cumplir los trece años de edad y creer en el destino que le aguardaba a esta niña de la calle oriunda del barrio barcelonés de El Rabal, abandonada por su madre prostituta a los tres meses de su nacimiento. La familia a la que la niña fue dada en adopción la llevó de viaje a Madrid, y en el Museo del Prado Lita tuvo una de esas epifanías vocacionales tan frecuentes en temperamentos artísticos como el suyo. La pintora no ha parado de pintar desde entonces a los desarrapados de la sociedad hasta convertir sus obras en alegatos de humanidad, retratos de una fuerza desgarradora que dejan de una pieza. Rescatada de su particular Nilo, gracias a sus padres adoptivos Lita pudo estudiar en la prestigiosa Rietveld Academy de Amsterdam y cumplir aquello con lo que soñó cuando plantada ante un cuadro de Rubens exclamó: “Mamá, yo quiero pintar”.

Europa contra sí misma

La historia personal de Lita ayuda a comprender el expresionismo ardiente de sus retratos, que pueblan en su mayoría personajes marginales, como si sus obras fueran la mano amiga que una vez le tendieron a ella. A la pintora no se le escapa la difícil situación por la que atraviesa la etnia gitana a la que pertenece, la mayor minoría étnica de la UE con entre 10 y 12 millones de europeos y los comportamientos discriminatorios que se han dado en los últimos tiempos dentro de la Unión. Sus palabras son penetrantes, como la mirada de sus retratados y la suya propia: “Es poner toda la atención en aquello que no está cerca de nuestro medio social. Es un método para confundir y esconder  las carencias que padece ese momento histórico. Creamos guerras en otros continentes o acusamos a los habitantes fuera de nuestras manzanas. Normalmente son los pueblos con otras tradiciones y otros modales de vida”.

Macarena (Lita Cabellut)

El caldo de cultivo de la crisis ha hecho reaparecer antiguos prejuicios y procederes que se creían erradicados. La decisión por parte del Gobierno de Sarkozy de expulsar el pasado año a cientos de gitanos rumanos, siguiendo la cruzada antigitana que Berlusconi iniciara en 2008, supuso para muchos un retroceso en el proceso de construcción europea que atentó contra la idea integradora  que recoge el artículo Artículo II-81 de la Constitución de la Unión: “Se prohíbe toda discriminación, y en particular la ejercida por razón de sexo, raza, color, orígenes étnicos o sociales, características genéticas, lengua, religión o convicciones, opiniones políticas o de cualquier otro tipo, pertenencia a una minoría nacional, patrimonio, nacimiento, discapacidad, edad u orientación sexual”. La expulsión colectiva fue defendida por el presidente español, José Luis Rodriguez Zapatero y la canciller alemana Ángela Merkel, entre otros mandatarios.

El secretario de Estado francés de Asuntos Europeos, Pierre Lellouche lamentaría después de la decisión que Rumanía no hubiera dedicado los fondos europeos que ha recibido estos últimos años para favorecer la integración de sus gitanos, ni que hubiera presentado planes para hacerlo ante las instituciones europeas. Según Lellouche, al menos la crisis está sirviendo para “hacer estallar la burbuja de hipocresía europea” acerca de los gitanos. No obstante, para muchos la tenue respuesta de Bruselas, que pese a sus advertencias desistió de abrir un expediente a Francia, refleja la debilidad institucional a la que deberá hacer frente Europa en un mundo globalizado que exige de políticas sociales, económicas y políticas más cohesivas para no poner en peligro uno de los entornos de derechos y libertades  más sólidos del mundo.

Lita expresa así su reacción frente al éxodo obligado de sus congéneres franceses: “Terrible, es la voz oscura de la ética. Es el brillo opaco ciego que impide la visión de lo bello. Es el hilo que estrangula las venas de la creación y del intelecto, es el veneno que venden los políticos y toman los ignorantes”.

Mi hogar, mi muro

En Rumanía, el país con mayor número de gitanos, 535.000 gitanos según cifras oficiales y dos millones según las extraoficiales, es el grupo social más golpeado por la pobreza. Sólo un 15% de la población de gitanos de Rumania tiene trabajo a jornada completa y recibe un salario que posibilite una vida decorosa. Casi un 70% de ellos viven en extrema pobreza, según la definición del Banco Mundial, con ingresos inferiores a 4,30 dólares por día. En Europa oriental, la mayor parte del crecimiento urbano es resultado de la migración desde zonas rurales empobrecidas. Empujados fuera de las zonas rurales por la pobreza y la escasez de servicios públicos, son atraídos hacia las ciudades con la esperanza de obtener empleo y el acceso a la educación y los servicios de salud.

Una vez que han llegado a las zonas urbanas, los gitanos se estrellan contra una realidad de exclusión económica. La escasa formación y cualificación profesional que han recibido muchos de ellos, les empuja a desempeñar trabajos mal remunerados, cuando no se incorporan a la economía paralela vendiendo verduras y frutas, ropas de segunda mano o artículos usados. A eso se suma el problema de que la mayoría no poseen ningún tipo de documentación. Dado que suelen tener familias numerosas y pocas fuentes de ingresos, se ven sumidos cada vez más en la pobreza y las privaciones. No hace falta irse al Sur, a algún país subdesarrollado, la pescadilla que se muerde la cola sin llegar a quebrar nunca el ciclo de la pobreza está también dentro de las fronteras de la Unión Europea.

Amor al arte (L. C.)

El pueblo de los cabezas de turco

Dos acontecimientos han sacudido recientemente la atención informativa europea en torno a los gitanos. El último fue el desalojo violento del mayor campamento gitano del Reino Unido en Essex. Unos 200 travellers, como se conoce a los gitanos irlandeses, fueron expulsados pese al respaldo de Naciones Unidas, organizaciones internacionales y de la campaña pública a su favor. Son acusados por la Municipalidad de Basildon de haber construido viviendas sin permiso en una zona protegida. Los analistas sostienen que los gitanos irlandeses son parte de una minoría étnica reconocida y protegida por la ley británica, pero que en la práctica resulta sistemáticamente marginada en Reino Unido. La muerte a finales de septiembre de un joven que fue atropellado por un microbús conducido por una persona de origen gitano provocó una oleada de protestas racistas en las principales ciudades de Bulgaria, país en el que los gitanos constituyen el 10% de la población búlgara. Aquí también sufren de discriminación, exclusión y pobreza. “Es inaceptable que toda una comunidad sea culpada por un delito cometido aparentemente por un individuo”, explicaba el portavoz de la Oficina de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, Rupert Colville.

Cataluña, la tierra de Lita, no se libra del ascenso de las políticas xenófobas, como muestra el avance de la extrema derecha. El partido Plataforma x Catalunya, que no solo extiende a los gitanos sus propuestas racistas, ya ha conseguido meter dos concejales en el ayuntamiento de L’Hospitalet, la ciudad con mayor densidad demográfica de España y una de las mayores de Europa. Tampoco ayudan acciones como la del Partido Popular, que el pasado año repartió en Badalona, otro barrio periférico de Barcelona, folletos con imágenes de ciudadanos de etnia gitana acompañadas por una pregunta: “¿Tu barrio es seguro?”. En otra foto aparecía un cartel con la frase “No queremos rumanos”.

Estos acontecimientos no pillan de sorpresa a la artista. “Es algo que conocemos. Se ha repetido en la historia, los gitanos siempre han sido condenados. En los tiempos del Holocausto judío también se hizo lo mismo con los gitanos, que nunca han tenido un reconocimiento de las masacres de que han sido víctimas. Siempre que hay una crisis económica mundial siempre se ataca a los más frágiles, y a los más pacíficos. Porque los gitanos somos pacíficos; no nos levantamos en armas, no tenemos ejército”.

Nadie es profeta en su tierra

Cabellut fue invitada a inaugurar el pasado mes de abril primer Museo Gitano del Arte de Alemania. Kai Dikhas, en Berlín, es la primera galería de Europa dedicada exclusivamente al arte gitano. El director de la galería, Moritz Pankok, se refería en la inauguración a los gitanos como los “europeos por excelencia”. “Son los europeos nómadas, pero no cuentan con un respaldo nacional para su arte y la misión de esta exposición es cambiar el estereotipo que tenemos de ellos”, asevera Pankok. El significado simbólico del centro, que no cuenta con colección permanente, no se le escapará a nadie que recuerde que, al término de la Segunda Guerra Mundial, de los aproximadamente un millón de los gitanos que vivían en Europa antes de la guerra, aproximadamente 220.000 murieron. Los historiadores calculan que los alemanes y sus aliados mataron entre 25 y 50 por ciento de todos los romà europeos.

Cantaor flamenco (L. C.)

Esta falta de apoyo sorprende aun más en España, donde se echa en falta un centro cultural que esté a la altura de la decisiva contribución de los gitanos españoles en la conformación del imaginario cultural español. Baste nombrar la seña de identidad española más reconocible a nivel internacional, el flamenco, un arte mestizo íntimamente ligado a los gitanos desde su gestación, y que el año pasado pasó a formar parte del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO. Se cree la denominación flamenco procede de “flama”, palabra germánica referida al carácter fogoso de la etnia gitana. A Lita le hierve la sangre ante lo que enjuicia como una incomprensible falencia: “Vamos a exigirlo, y si no todos los gitanos potentes que hagan fuerza y lo ponemos nosotros”, promete entusiasmada.

Poco después de inaugurar Kai Dikhas con una serie sobre el cantaor y mito del flamenco Camarón de la Isla, Lita recibía el Premio de Cultura Gitana 8 de abril en la categoría de pintura, de manos del Instituto de Cultura Gitana. El premio tuvo un sabor especial por lo que significaba de volver a estrechar lazos con su comunidad. “Fue un reconocimiento enorme. Después de estar tantos años alejada de mi gente, por mi adopción y por cómo ha ido mi vida, y de repente sentirme tan admirada, tan querida y tan reconocida. Siempre he sentido responsabilidad muy grande por mi pueblo. Desgraciadamente hay pocos gitanos que son tomados en serio, cuando hay tanta gente con tanta sabiduría y tantas cosas que compartir y enseñar. Pero por la situación histórica que hemos estado viviendo se han puesto a todos en un pelotón como una gran masa de basura. Y los pocos que nos dan voz tenemos que hacer algo con esa voz”, sostiene la catalana, residente en Holanda desde que iniciara su carrera artística.

Los mandamientos de la normalización

Pero los suyos no han sido los únicos reconocimientos que ha involucrado a los romà en los últimos tiempos. El pasado 5 de octubre la Reina Doña Sofía hacía entrega del Premio a la Acción Magistral 2011 en la categoría de Educación Infantil y Primaria al colegio público Miguel Íscar de Barrio España (Valladolid), un premio que habla del buen hacer de una tarea integradora que, aunque tiene mucho camino que recorrer, ya está dando resultados satisfactorios y se ha ganado el reconocimiento de otros países de la Unión Europea. El proyecto galardonado: “Buenos tratos, buenos ratos en nuestro cole”[pdf]. La iniciativa da respuesta a los alumnos con necesidades de compensación educativa, dificultades de aprendizaje, problemas de convivencia y absentismo escolar. Se benefician niños, en su mayoría de etnia gitana, con un alto riesgo de exclusión social debido a que sus familias presentan serios problemas laborales y económicos. El proyecto se basa en la transformación social y cultural de un centro educativo y su entorno. “Esta iniciativa surge del convencimiento y la creencia de que nuestro trabajo sirve para algo. Todos los niños y niñas tienen derecho a la educación y no podemos condenarlos desde pequeños a que no puedan tener un futuro por el hecho de ser gitanos. Los niños son niños”, resaltaba la directora, Marta Merino.

La pintora, criada entre las calles de Barcelona y los orfanatos, es consciente del papel crucial de la educación: “Para mí está clarísimo que el racismo es falta de educación, de formación ética y humana. La falta de educación filosófica en las escuelas. La aceptación como algo normal de la irresponsabilidad mental y de la apatía ante cuestiones esenciales. La falta de valentía de los que conocen la base esencial de las normas humanas crea el ámbito perfecto para la discriminación”, sostiene Lita, quien afirma haber aprendido a pintar antes que a leer y escribir. En España, pese a que se ha logrado reducir al 5% el porcentaje de gitanos españoles (en total 700.000) que vive en la exclusión severa, los gitanos continúan sufriendo el mayor índice de analfabetismo y el mayor nivel de paro, y todavía muchos miles de familias ocupan infraviviendas.

Nuevos tiempos

“No es verdad. Los tiempos han cambiado para todos, gitanos y gachés. Posiblemente antes nuestros padres y abuelos podían sobrevivir al margen de la sociedad mayoritaria que casi siempre nos ha perseguido, pero hoy eso es imposible”, opina Juan de Dios Ramírez Heredia, primer diputado español gitano (1977), primer eurodiputado gitano (1986) y primer doctor honoris causa gitano (2008). Juan de Dios niega el manido prejuicio según el cual los gitanos no hacen por integrarse, un mantra que sigue vigente en pleno siglo XXI.  “La globalización ha llegado a todas partes, incluida la barraca y el suburbio. Todos somos cada día más interdependientes. El cine y la televisión nos han traído el conocimiento de la existencia de un mundo distinto, próspero y rico en muchas partes y queremos participar de esa realidad. El fenómeno es similar al que sufren los inmigrantes que abandonan sus países de origen para alcanzar nuevos horizontes de respeto y prosperidad”, sostiene Juan, quien ha dedicado toda su vida a luchar por los derechos de los gitanos. “¡Claro que los gitanos queremos convivir con el resto de la sociedad. Lo que no estamos dispuestos es a pagar cualquier precio por esa “integración”. Todos los gitanos decimos que si el precio es dejar de ser gitanos preferimos seguir como estamos antes que perder nuestra cultura que es nuestra única y mayor riqueza”, afirma el también director de la ONG Unión Romaní, dedicada a la defensa de la comunidad gitana.

El experto en minorías José Manuel Fresno sostiene que “los gitanos, como cualquier otra persona, lo que desean es un futuro mejor para ellos y para sus familias. La realidad está cambiando mucho y los jóvenes que han tenido una oportunidad de convivir en contextos normalizados, entienden que ser gitano hoy no está reñido con cumplir las obligaciones que todos tenemos como ciudadanos y que por lo tanto labrarse un futuro mejor pasa por estudiar, buscar un empleo y cumplir las obligaciones cívicas. Lo que ocurre es que han sido siglos de marginación y las mentalidades no cambian de un día para otro, pero la experiencia española demuestra que muchos gitanos viven totalmente integrados, a la vez que mantienen su cultura, aunque otros aún necesitan apoyos; de hecho solo un 4,6% de los gitanos españoles viven en asentamientos segregados; el resto viven con no gitanos”.

Una buena noticia que rebasa las fronteras españolas fue la puesta en marcha, a través de la Declaración de Estrasburgo firmada el 20 de octubre de 2010 por los 47 países del Consejo de Europa, del Programa ROMED. El programa, iniciativa conjunta del Consejo de Europa y la UE, ha formado ya a 450 mediadores que han trabajado en materia de empleo, educación y servicios sanitarios en 15 países miembros del Consejo de Europa.

La revelación del duende

Todos los retratos de Lita Cabellut contienen una entelequia de esperanza que los vuelve poderosamente humanos. Sus obras consiguen la dignificación del retratado, ya sea de personajes célebres como Edith Piaf, Frida Khalo o Sancho Panza, o de personajes anónimos entre vagabundos, alcohólicos o prostitutas. La barcelonesa ha heredado el duende, ese poder misterioso que el poeta Federico García Lorca, autor del Romancero gitano (recientemente traducido al inglés), decía encontrarse “en las últimas habitaciones de la sangre”. Cabellut lo define como “otra manera de pensar y de sentir” y se vale de él no solo para crear belleza, también para denunciar la doble moral según la cual los gitanos son admirados como artistas, a la vez que discriminados como ciudadanos: “No puedes admirar un pueblo por su duende y ignorar al mismo tiempo la matriz que da a luz a ese duende. Cuando la información y la educación sobre el pueblo gitano se limitan a guitarras, castañuelas y bulerías, el resultado es la ignorancia y la incapacidad de entender esta nación tan rica y diversa que es la cultura gitana. Los gitanos estamos en todas partes: en la ciencia, en el arte, la economía y la artesanía. Es un pueblo como tantos otros. Lo único que nos limita es el reconocimiento de la normalidad”.

Lita, que recientemente inauguró una muestra sobre Coco Channel – figura que le fascina – en la Opera Gallery de París, trabaja ya en nuevos proyectos que reafirman su idea sobre la función social que el arte debe cumplir. Una de las próximas series que va a hacer versará sobre la esquizofrenia, otra sobre la prostitución juvenil y una más sobre la serie de una treintena de mujeres de diferentes continentes del mundo que han cambiado la sociedad. Sus característicos lienzos de gran formato se erigen en magníficos parapetos donde se cobijan valores elementales y donde subyace la reivindicación de un arte comprometido con su tiempo: “Estamos en la era de la confusión, de los trastornos mentales, y de la desorientación que hay en la sociedad. Hemos creado un mundo temporal de mudos, ciegos y sordos. Hemos estado muy ocupados en transformar el arte en algo tremendamente individual, algo imposible de mantener. Su función es el reflejo universal en el cual la humanidad se encuentra históricamente. El arte tiene que hablar con la voz de nuestra ética, tiene que ver con los ojos de quien la percibe y los oídos tienen que oír la sensualidad y la lírica que nos aconsejan y nos recuerdan los valores indispensables que necesita nuestra evolución humana”, defiende la pintora.

 

Gitana, española, europea, mujer, emigrante, artista… la identidad de Cabellut, su patria, no es otra que “el pueblo gitano, las venas abiertas, la dictadura del duende y las cicatrices de la solidaridad con mi pueblo”. “El gitano – afirma orgullosa -, es un espíritu libre y la libertad es el acceso a la creatividad y la inspiración, que están siempre en movimiento; y la comunidad gitana también. Y eso es algo que llevamos muy profundamente en nuestros genes. Nuestra gente está siempre preparada a la próxima expedición”. La artista convierte en universal lo marginal con su talento y con una historia personal de superación ejemplarizante como pocas. De ella, encarnación de las mejores virtudes de su pueblo, puede decirse lo mismo que señaló el guitarrista Paco de Lucía para referirse a Camarón, el músico que acompaña a Lita mientras pinta, alguien con una magia sin fronteras. Tan solo una semana después de esta entrevista con Lita, el cantautor Leonard Cohen recibía el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. En un sentido discurso, el músico canadiense le dedicó el galardón al gitano español que en un parque de Montreal le enseñara los seis primeros acordes del flamenco con los que más tarde construiría sus canciones: “Toda mi obra es suya”.

Fuente: periodismohumano

COMENTA LA NOTICIA

 Mundo Gitano – Gypsy World