España

Varias familias de gitanos rumanos sobreviven en un descampado

Subsisten a la intemperie, rodeados de vegatación, sin luz ni agua corriente

Chabolas del asentamiento de rumanos en el polígono Guadalhorce. | ELMUNDO.es

Por: Jesús Ortíz García - Málaga - 10/10/2011

Llegaron con sus casas a cuestas, en busca de una oportunidad de empleo y se instalaron en un descampado rodeado de vegetación con vistas al aeropuerto de Málaga. Desde hace algo más de un año varias familias de gitanos rumanos han convertido una zona recóndita del polígono Guadalhorce, sin luz, agua corriente y red de saneamiento, en su nuevo hogar. Hace unos meses, encontraron un halo de esperanza cuando miembros de Cruz Roja se toparon con ellos en una de las batidas que realizan en la provincia malagueña para ayudar a los más necesitados.

Desde entonces, esta ONG les tiende la mano a los más de 20 chabolistas que sobreviven en unas condiciones de higiene insalubres, aunque no permiten que haya menores. En ocasiones llegan a sumar 30 personas por la visita de parientes que "están de paso en la ciudad".

En el pequeño asentamiento improvisado se suceden los palés, puertas y muebles reutilizados y los cartones que sirven para levantar sus tiendas de campaña, algunas techadas con plásticos y toldos. Entre ellas, hay mesas y sillas repletas de utensilios y un chambao de madera hace de cocina colectiva. Una combinación de construcciones efímeras a las que se suman colchones, mantas, chatarra y acumulaciones de residuos.

Un lugar invisible para la gran mayoría de la sociedad pero no para el programa 'Asentamientos' de Cruz Roja, financiado anualmente por el Gobierno.

"Intentamos tenerlo todo limpio", comenta una de las matriarcas mientras lava los cacharros en un barreño con agua. "No molestamos a nadie porque estamos lejos de los bloques de vecinos y de los comercios. Llevamos más de un año y no hemos tenido problema con nadie. La Policía sabe que estamos aquí, cuando vienen nos recuerdan que tengamos cuidado con los matorrales al quemar la chatarra, pero nunca nos han pedido que nos marchemos", explica uno de los inquilinos del campamento.

La aparición de estas infraviviendas suelen ser poco habituales en Málaga, sin embargo, en el último año han sido varios los pequeños poblados chabolistas de extranjeros que han sido desmantelados. "Son asentamientos esporádicos, por temporada, pero no suelen quedarse tanto tiempo", apuntan desde el Ayuntamiento.

En octubre de 2010 una familia del Este de Europa que vivía junto al río Guadalhorce fue desalojada y reubicada en pisos de alquiler y casas de acogida. Según explican desde el Consistorio malagueño, a veces, muchas de estas personas rechazan la ayuda de los Servicios Sociales ya que "dejarían atrás su medio de vida, el nomadismo junto a la venta de chatarra y trabajos en el campo".

Los rumanos son ciudadanos comunitarios de pleno derecho para el mercado laboral, pueden circular libremente por Europa pero no escapan a la prohibición de acampada. "Lo sabemos, pero ¿dónde vamos a ir sin trabajo y sin dinero? No tenemos para alquilar un piso. Además, si hay españoles en la calle y no les pueden dar una casa, ¿cómo van a ayudarnos a los extranjeros? En Rumanía no teníamos ni para comer, en Málaga, al menos, sobrevivimos", exclama uno de los chabolistas.

Hierros y cobre, el pan de cada día

Aseguran que las noches se hacen larga ya que viven a oscuras. La energía la sacan de las baterías de los coches y el agua la recogen de una gasolinera. En el desolado terreno se aprecia los rescoldos por la quema de algunos electrodomésticos una vez desguazado todo el material que puede ser vendible.

El cobre y los hierros que recogen en la calle se han convertido en su pan de cada día. La gran demanda de materias primas por parte de los mercados asiáticos ha revalorizado el precio de la chatarra, pero la competencia también es dura en la miseria.

«Sacamos muy poco dinero porque hay demasiada gente, también muchos españoles», subraya uno de los patriarcas del asentamiento mientras un joven empuja un carro de supermercado cargado de hierros y objetos viejos. Cada mañana los chabolistas se turnan para rastrear los contenedores de las calles de los polígonos y de cualquier rincón de la capital malagueña en busca de material. "También recogemos ropa, zapatos y mantas para venderlos en los rastros", añaden.

Agradecen la ayuda que les prestan en Cruz Roja una vez al mes: alubias, arroz, aceite, pasta, leche, agua y galletas. La intención es socorrerlos en cuanto a las necesidades más básicas, pero también les entregan kit para que puedan lidiar con las inclemencias meteorológicas: sacos de dormir, abrigos, chubasqueros, mantas y colchonetas hinchables. Además, también atienden algunas urgencias sanitarias.

"No es una solución pero al menos les sirve para salir adelante durante varias semanas", informa Bouslam Ibrane, mediador intercultural de Cruz Roja. "Son personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad extrema, sin trabajo y con medios de vida cada vez más escasos. Se les informa de la cobertura social básica de la que pueden disponer y sobre las ayudas que pueden solicitar", apostilla.

Desde el Ayuntamiento están analizando la situación de estas familias y prevén acometer el desmantelamiento de las chabolas en la próxima semana. "No es un lugar digno para vivir. No van a quedar desamparados, hay que estudiar sus casos y ver cuáles son los recursos que se pueden aplicar, ya sean pisos de alquiler o centros de acogida", asegura Vanesa Gumiel, de la Fundación Secretariado Gitano, que pide no crear alarmismo porque "son casos aislados y nada tienen que ver con lo que ocurre en otras provincias andaluzas".

Sin embargo, algunos rumanos recelan de las ayudas de las instituciones públicas: "Si nos desalojan, montaremos un nuevo campamento en otro sitio, porque la solución que nos dan siempre es temporal", aseveran
 
Fuente: elmundo.es
 

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