Europa

Ruta europea por la integración gitana

 Eslovenia ha inaugurado la Ruta Cultural Romaní que une nueve países con la intención de dar a conocer la cultura de los 12 millones de gitanos que viven en Europa y deshacerse de los clichés y prejuicios.

La activista finlandesa Miranda Volasrata y la escritora Luminita Cioaba en la inauguración de la Ruta Cultural Romaní

Por: Brigid Grauman - Lendava - 04/01/2010

La palabra “gitano” a menudo se usa con una connotación peyorativa. El Consejo de Europa intenta cambiar las cosas con una nueva ruta turística centrada en la cultura romaní y su historia.
 
“La gente ve gitanos en un vertedero al lado del camino”, declara Jake Bowers, romaní británico, activista y periodista. “Pero en realidad, no nos conocen.. Me gustaría que existiera una situación donde fuéramos reconocidos como una nación europea transnacional, con representación ante Naciones Unidas”.
 
Bowers pronunciaba estas palabras el mes pasado durante la inauguración de la Ruta Cultural Romaní. La iniciativa cuenta con el patrocinio del Consejo de Europa, un organismo que busca la integración del continente a través de la cultura y los derechos humanos. (El Consejo de Europa tiene su sede en Estrasburgo pero no está vinculado con la UE).
 
La ruta une comunidades dispersas de gitanos –o romaníes- europeos con el fin de fortalecer las redes actuales y animar a que los pueblos gitanos y no gitanos se conozcan. Ya participan nueve países, a través de sus museos, espectáculos y centros de documentación. El lanzamiento tuvo lugar en Eslovenia, en el asentamiento de Kamenci, cerca del balneario de Lendava.
 
Bowers, pelirrojo y rubicundo, no es el típico romaní, normalmente de facciones más morenas. Pero se trata precisamente de eso. Después de una intensa investigación histórica, incluido exámenes de ADN, parece demostrado que los primeros romaníes vinieron de India a través de Grecia hace más de mil años. Se habrían dividido en grupos de acuerdo a su oficio y, en algunos casos, se habrían mezclado con extranjeros.
 
El pueblo romaní actual es fruto de muchos clanes y tribus y por razones prácticas incluye los “nómades” británicos y los “itinerantes” irlandeses, originarios de las islas británicas que comparten los mismos problemas de exclusión social.
 
“Sí, tenemos problemas, muchos problemas en algunos lugares”, afirma Bowers, “pero pertenecemos a la sociedad europea”. Bowers cree que es hora de reemplazar los estereotipos negativos con imágenes más positivas que tengan una mayor resonancia en el mundo globalizado. “Traspasamos la noción de fronteras nacionales y somos un desafío permanente para que los europeos vivan con la diversidad”.
 
El asentamiento de Kamenci es un proyecto piloto de la ruta cultural. Aquí, un pueblo romaní abrió sus puertas a los visitantes y presenta un museo, talleres y actividades creativas para gitanos y otras razas. En el campo, detrás de las rudimentarias casas de madera y ladrillo, algunas niñas con vestidos largos y coloridos mueven las caderas al ritmo de la música frente a un público de romaníes, eslovenos y funcionarios de ONG europeas. Cantantes, músicos y bailarines han venido de otros países para celebrar el lanzamiento oficial.
 
Entre las personalidades que llamaban la atención está Miranda Volasranta, una romaní finlandesa que dirige un foro de derechos civiles en Helsinki. Viste ropa tradicional que incluye una falda de terciopelo negra de 22 libras de peso. Volasranta destaca las contribuciones de la cultura romaní a la europea. Comienza por el cuento de Miguel de Cervantes, “La gitanilla”, la colección de poemas de Alexander Pushkin “Los gitanos” y Víctor Hugo, que inventó el personaje de Esmeralda en “El jorobado de Notre Dame”. También menciona a Prosper Mérimée y su enérgica Carmen y a los numerosos compositores que han usado temas musicales romaníes en sus obras, entre ellos, Rachmaninov, Brahms, Stravinsky, Haydn, Tchaikovsky, Ravel o Bartók.
 
“Nuestra riqueza cultural ha sido trasmitida por gente no gitana”, afirma Volasranta, “de una manera muy romántica. Al mismo tiempo, seguimos siendo invisibles para nuestros vecinos. Espero que esta ruta abra la puerta a muchos más centros culturales y museos para apoyar a artistas romaníes”.
 
Se calcula que en Europa existen 12 millones de gitanos, la primera minoría étnica del continente. Su situación varía drásticamente, desde una integración cómoda en los países escandinavos a prácticamente un apartheid en Hungría, Rumanía y Eslovaquia. Hoy en día, son más bien sedentarios, si bien los romaníes de Gran Bretaña, Irlanda y Francia aún viajan de un lugar a otro. Es muy frecuente que los niños gitanos vayan a escuelas deficientes y muchos no saben leer ni escribir. La situación de sus familias suele ser muy desalentadora. La mayoría de los romaníes en el encuentro de Eslovenia sostiene que la educación es la única forma para acabar con la pobreza y la exclusión social.
 
Pero al mismo tiempo, quieren mantener algunos valores gitanos como la vida en colectividad y el respeto por los niños y los ancianos. “No hay nada más triste que un gitano que ha perdido el sentido de su identidad cultural porque entonces no tiene nada”, señala el escritor rumano Luminita Cioaba, que luchó para acabar la escuela e ir a la universidad.
 
El Parlamento Europeo también se ha concentrado en los derechos de los gitanos. La “plataforma para la inclusión de los romaníes” ha elaborado una lista con 10 principios básicos, entre ellos, un acceso justo a la escolarización. Sin embargo, Rudko Kawczynski, activista gitano nacido en Polonia, ha acusado a los líderes y promotores de crear una ONG con escasa comprensión de los problemas. Como afirma Bowers con desánimo, “nuestra historia es una letanía de falsos amaneceres”.
 
Aunque Bowers no se muestra precisamente optimista, sí que cree que la ruta romaní podría combatir los prejuicios. "La única forma de superar el racismo es a través del contacto directo entre la gente. Si alguien que piensa que todos los gitanos son ladrones y degenerados caminara por este lugar [Kamenci], se daría cuenta de que es una comunidad como cualquier otra, sólo que con una cultura diferente".
 

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