Europa

Crece el racismo contra los gitanos desde Belfast hasta Bucarest

 

Cristales rotos. Un joven de una de las familias que tuvieron que irse de Belfast /   AP / Peter Morrison

Por: Andy Robinson - Madrid - 30/06/2009

 Es el plan retorno más desesperado de todos. Volvieron a casa la veintena de familias rumano-gitanas afincadas en Irlanda del Norte desde hace un año, tras casi dos semanas de huida y persecución. Primero, de los edificios donde vivían hacinados en el centro de Belfast, rodeadas día tras día durante una semana por turbas de jóvenes que les arrojaban botellas y ladrillos. Luego, de la iglesia Belfast City Church, refugio muy precario, cuyas ventanas finalmente saltaron también. El centro de ocio Ozone tampoco resultó suficientemente blindado y fueron trasportados bajo protección policial a un lugar secreto en el sur de la ciudad como si se tratase de soplones del IRA.

Los racistas señalaron a los niños (entre ellos un bebé de cinco días) "e hicieron el gesto de degollamiento con el dedo en el cuello", dijo un padre. Ni la policía de Ulster, curtida en la guerra, pudo protegerlos.
 
Las familias abandonaron Belfast rumbo a Bucarest. "Queremos ir a casa porque aquí no estamos a salvo", dijo una de las madres. Pero Rumanía - al igual que otros países del Este-no es ni mucho menos una casa segura para sus dos millones de ciudadanos gitanos. Hace unos meses, una turba de jóvenes rumanos atacó un barrio de casas bajas en Bucarest gritando: "¡Muerte a los gitanos!". El 31 de mayo, en Harghita, una zona de mayoría húngara en el centro de Rumanía, otra turba racista atacó un pueblo gitano. "Rompieron ventanas y puertas, mataron a los perros", explica Marian Mandache, de la ONG Romani Criss en Bucarest.

Por eso, según fuentes de la ONG norirlandesa Consejo para Minorías Étnicas, no se divulgará el destino de las veinte familias "por motivos de seguridad".

"Vete a saber si van a estar peor en Rumanía que aquí"
, dice Trish Morgan, del Belfast City Church.

Hay lugares peores que Rumanía para gitanos en busca de refugio. En Hungría, los paramilitares neonazis de Garda Magiar han fusionado Nuremberg y Misisipi con una serie de asesinatos en poblaciones gitanas. En la República Checa, el Gobierno manda a niños gitanos a escuelas para incapacitados mentales y cientos de gitanos checos han solicitado asilo político en Canadá. En Italia - donde Silvio Berlusconi insiste en calificarlos como nómadas pese al deseo de todos los gitanos de tener una vivienda permanente-,leyes draconianas han forzado hasta a los niños a dar las huellas dactilares mientras se construyen 700 campamentos en las afueras de varias grandes ciudades.

Europa occidental empieza a parecerse al Este, dice Mandache. "El racismo contra los gitanos había sido más brutal en el Este pero desde lo que ocurrió en Italia en el 2007, Occidente se suma a la tendencia a la violencia", señala. Las medidas italianas fueron calificadas de desproporcionadas por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa. Pero la Comisión Europea (CE) "es tan culpable como el gobierno italiano porque jamás condenó lo que se hizo en Italia", añade Mandache.

La situación de los gitanos -un pueblo de unos doce millones de integrantes en Europa que jamás ha tenido estado- no ha mejorado al este del Danubio desde la caída del comunismo. La adopción de la economía de mercado desató una fuga blanca desde barrios y escuelas de gitanos en Budapest agravando la segregación en viviendas y enseñanza.

Las tasas de pobreza rebasan el 50% en las poblaciones gitanas en Hungría, Rumanía y Bulgaria y el desempleo puede llegar al 80%. Viven en guetos y sus niños fracasan en escuelas en las que sólo se ven gitanos, una espiral viciosa de previsibles resultados. En Hungría, el 40% de los niños acuden a clases en las que sólo hay gitanos. "La transición a la economía de mercado ha sacado a la luz el instinto depredador de los checos", dice Gwen Albert, directora de la Liga de Derechos Humanos en Praga.

Este instinto se encarna en los grupos de ultraderecha que han rentabilizado un discurso antigitano. El partido húngaro Jobbik, brazo político de facto de Garda Magiar, arremete contra una "epidemia de delincuencia gitana" pese a que, según Janos Zolnay, sociólogo húngaro, "no hay dato que apoye la tesis de que que cometan más delitos que antes". Jobbik tiene dos eurodiputados y los neonazis checos cuentan ya con una oficina pagada por la CE.

Los incidentes de violencia antigitana crecen como la espuma. En Hungría, presuntos simpatizantes de Garda Magiar han adoptado los métodos del Ku Klux Klan, prendiendo fuego a casas gitanas con cócteles molotov y disparando a quienes salen de las llamas. En la República Checa, la vivienda de una familia fue atacada en abril y una niña sufrió graves quemaduras. Mujeres gitanas en la República Checa, Eslovaquia y Hungría denuncian que han sido esterilizadas sin su consentimiento, algunas después de la caída del comunismo, según un informe del Centro Europeo por los Derechos de Roma (ERRC) en Budapest. Ni los muertos se respetan. "Han construido una granja industrial de cerdos en lo que era el punto de recogida de gitanos antes de mandarlos a Auschwitz", cuenta Albert. Medio millón de gitanos murieron en los campos nazis.

Crece la preocupación por que el retorno de Belfast siente precedentes. Para entender por qué, basta ver las webs de la ultraderecha que anunciaron con un "misión cumplida" la noticia del regreso. Las autoridades de Belfast y Londres "han sentado un precedente muy malo", dice Rob Kushen, director del ERRC . "Tienes que preguntar si ha sido voluntaria la decisión de regresar -añade-. Quizás las familias sentían que las condiciones eran tan hostiles que no les quedaba más remedio que marcharse".
 

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