América

Gitanos, el pueblo de la libertad: hay unos cinco mil en Colombia

Claudia Rubio / EL TIEMPO

Por: Kesmira Zarur la Torre - Colombia - 27/07/2009

Para los gitanos, el futuro no existe y, sin embargo, viven de él. Las mujeres del pueblo Rrom (o gom, como dicen algunos, con acento gutural), que es su nombre original, se han dado a conocer en todo el mundo por sus habilidades para leer la mano y buscar respuestas sobre el porvenir.

En cambio, la gente Rrom insiste en vivir como si solo existiera el hoy. "El que piensa en el presente siempre piensa bien",Jairo Mendoza Gómez dice en tono filosófico , el primer gitano que llegó a Cúcuta, hace casi 40 años.

Él es uno de los 4.857 rromaneses que, según el Dane, viven en Colombia. La mayoría de ellos está en la capital nortesantandereana, adonde llegaron atraídos por la cercanía de la frontera y la consecuente facilidad para el comercio. Se calcula que en Cúcuta hay unos 900, pues por su nomadismo resulta difícil censarlos.

Mendoza se recuesta en una mecedora, de esas de tubo y enmallado de plástico, y cuenta cómo, después de recorrer más de medio país comprando y vendiendo mercancías de pueblo en pueblo, terminó por asentarse en Cúcuta, por allá en 1972. Hasta entonces, él, que nació en el 49 en el caluroso y polvoriento municipio de Gramalote -muy cerca de allí-, no tenía en sus planes establecerse en un solo punto. Su pueblo gitano vivía en carpas y dormía en colchones de plumas. No tenía territorio, pues este concepto no existía, sino que el territorio iba con ellos, hacía parte de ellos.

Las costumbres cambiaron por cuenta de la mezcla de culturas, la globalización, la dificultad de viajar de un lugar a otro y hasta por seguridad. Sin embargo, la esencia del pueblo Rrom, que muchos de ellos luchan por preservar, todavía se mantiene intacta.

"El pueblo gitano es diferente de los demás, -opina Dalila Gómez, una de las líderes de la organización Prorrom, en Bogotá, que agrupa a varias familias-. Le hace un aporte a la sociedad gracias al bagaje que recoge de otras culturas por ser un pueblo itinerante".

De acuerdo con Moisés Medrano, director de Poblaciones del Ministerio de Cultura, "en los gitanos prevalecen valores como la solidaridad, la equidad y el dinamismo".

A pesar de que han perdido su carácter de nómadas, los hombres viajan con frecuencia a comprar y vender mercancías. Mientras tanto, sus mujeres los esperan en casa, cuidando de los niños.

Cuando dejan ir los pies

Jairo Mendoza, a diferencia de Melquíades, el de Cien años de soledad, no usa chaleco, aunque tal vez tenga alguno guardado para las ocasiones especiales. En el amplio solar de su casa, en el barrio Atalaya de Cúcuta, se reúne toda su familia. Cuentan historias, a veces en español, a veces en rromanés, su idioma, y al final de la tarde hacen una demostración de baile. Les encanta bailar desde pequeños. Nunca ensayan, solo, como dicen ellos, dejan "que los pies se vayan con la música". Y bailan en ceremonias como en los matrimonios, tal vez las fiestas más importantes.

Normalmente, los tíos del novio piden la mano de la enamorada. Los padres de esta se toman un tiempo para pensarlo y luego dan su respuesta. Si es afirmativa, el novio da las gracias con una fiesta -la manglimós-, en la que celebran la pedida de mano y se calcula el monto de la dote, un "agradecimiento del novio por dejarlo ingresar a esa familia", como explica Jessica, una de las líderes juveniles de la kumpania (sociedad gitana) de Cúcuta.

La cena de la boda, el apashiu, es pagada por el novio y su familia. La prometida se casa de blanco con una corona, en ceremonia conocida como el aviao. Al día siguiente, hay otra fiesta, para la que ella se viste de rojo como símbolo de pérdida de la virginidad y cambia su corona por un pañuelo para la cabeza, distintivo de las casadas.

La buena mesa es importante

En cada encuentro, la comida también es protagonista, sin hablar del tinto, que no puede faltar. Se sirve repollo relleno de carne (sar prosimé), rollos de carne (sarmis), también de cerdo (baloando boe), sopa de remolacha (borso) y pastel con uvas pasas y queso (saviaco). Al final, un shaio (té de frutas).

Los gitanos se casan cuando terminan la niñez, es decir, entre los 13 y los 15 años. Por eso, Sandra Demetrio Cristo, de la Unión Romaní en Bogotá, dice que hay quienes no tienen adolescencia. Se convierten en adultos muy pronto, tienen hijos y cuando sus hijos les dan nietos, ellos no han llegado a los 40 años.

En Cúcuta, los jóvenes han buscado su propia forma de llevar su cultura. Las niñas todavía llegan vírgenes al matrimonio y procuran casarse solo con gitanos "para no causarle un disgusto al papá" (aunque es frecuente ver parejas conformadas por un Rrom y una gashé (o gadhzé), es decir, no gitana.

Sin embargo, ya casi no usan el vestido largo característico. Si no hay una ocasión especial, se las ve con pantalones ajustados y blusas con profundos escotes. Salen solas (aunque por regla paterna deben estar en casa a las 8 p.m.), ven televisión hasta muy tarde y, al día siguiente, se levantan al mediodía pues "son las consentidas", como reconocen ellas mismas.

En Bogotá, en cambio, son más las que aún visten la falda larga. "La usamos como un símbolo de feminidad, para vernos elegantes y agraciadas. Es para acentuar la frontera de género entre el hombre y la mujer", explican.

Los muchachos prefieren salir a trabajar con sus padres o arman sociedades entre ellos, pues le sacan gusto al dinero desde muy jóvenes.

La muerte

Melquíades, el de Cien años, regresó a la vida porque no le gustaba la soledad de la muerte. Para ellos, la muerte es otro estado y, aunque sus tradiciones han sido "influenciadas por creencias externas", como dice Dalila Gómez, siguen pensando que la muerte es un paso a otra vida y ya no hacen esas grandes reuniones en las que le regalaban ropa y zapatos elegantes al mejor amigo del muerto.

Para los Rrom el futuro no existe, pero saben que hay que respetar el mañana, como dice Alberto Gómez, más conocido como Yiozka, su nombre gitano, "Uno no es joven siempre".

¿Cómo se dice...?

El rromanés se lee como se escribe, pero hay sonidos, como la 'r', que cambian según la región. En el interior del país se dice Rrom, mientras que en Cúcuta la 'r' es 'g' (gom).

Aviao: boda.
Droboitume: buenos días.
Mailashitumaririat: hasta mañana.
Naistuke: gracias.
Apashiu: te doy la bienvenida (es lo mismo que gran cena en honor de alguien).
Kamautu: amor.
Kamautubut: te quiero mucho.
Chávorre: niños.
Shéx, sheil: hija.
Sheisi: señorita.
Boirori: señora.
Rrom: señor.
Emamí: abuela.
Papo: abuelo.
Morrodat, morridei: mamá.
Murreprai: hermanos.

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