América

Gitanos, cada vez más arraigados en Dorrego

Desde principios de los '80 se fueron afincando las primeras familias de estos habitantes nómades sobre la lateral oeste del Acceso Sur, entre Cipolletti y Lamadrid. Ahora están comprando casas sobre la lateral sur del Acceso Este.

Frente a sus propiedades, a menos de 10 cuadras del microcentro, están estacionados los vehículos que ofrecen en venta. (Foto: Claudio Gutiérrez)

Por: Francisco Guerrero - Dorrego - 29/05/2010

"Nosotros fuimos uno de los primeros en instalarnos aquí, en esta zona, porque habían pocos barrios en los alrededores y se fueron sumando varias familias más y prácticamente somos todos vecinos", señaló un hombre mayor integrante de un grupo de gitanos que viven sobre la lateral oeste del Acceso Sur, muy cerca del Wal-Mart.
 
Junto a otro miembro más joven del clan, el miércoles por la tarde estaban haciendo su trabajo: vender sus vehículos frente a la puerta de sus propiedades. Desde hace ya varios años la zona es conocida como el barrio de los gitanos, donde abundan autos de modelos recientes, camiones, máquinas viales y agrícolas.
 
Esta parte de Dorrego es una zona muy cotizada, conocida como Bombal Dorrego y se extiende desde Cipolletti a Lamadrid y desde Paso de los Patos (lateral del Acceso) hasta Lafinur. Allí viven más de una decena de familias gitanas de origen húngaro. Pero desde hace unos meses se han extendido hacia el norte, más precisamente hasta la lateral sur del Acceso Este. En una de las propiedades que adquirieron recientemente funcionó un gran pelotero (Bruxas) y hace muchos años allí estaba la parrillada show Tristán Barraza.
 
El terreno está ocupado hoy por una concesionaria de automóviles y camiones. Este sector viene cambiando de fisonomía en forma considerable y a la llegada de los comerciantes nómades se suma la construcción de elegantes complejos de departamentos. Uno de ellos se erige donde hasta principios de los '90 funcionó la histórica discoteca Bizancio (hoy sobre calle Las Cañas).
 
Es que se trata de una zona privilegiada, relativamente tranquila; y se ubica a menos de 10 cuadras del microcentro, junto al monumento del Cóndor, que simboliza la unión de los dos accesos más importantes de la provincia: Este o ruta nacional 7 y Sur (ruta nacional 40).
 
"Somos argentinos, nacidos la mayoría en Mendoza y San Juan también, somos como cualquier otro vecino, no hemos tenido problemas con ellos y ellos con nosotros tampoco", comentaron los hombres.
 
Y agregaron: "Aquí los delincuentes no entran porque saben que nosotros estamos todo el día atentos, cuidando nuestras cosas. Creo que los otros vecinos también se sienten protegidos por este motivo".
 
Contaron que una vez quisieron robarles y los ladrones fueron encerrados por los gitanos cuando intentaban escapar en un antiguo Chevrolet y desde allí no pasó más nada. De todas maneras señalaron que igualmente deben estar permanentemente alertas, especialmente por los rateros, que no roban autos, pero tal vez intentan llevarse una rueda de auxilio de un coche o cosas por el estilo.
 
El hombre más grande contó que ellos llegaron a principios de los '80, cuando todavía había grandes lotes en venta y a la vez fue creciendo el barrio por ellos y por la construcción de casas particulares.
 
"Nos gusta aquí y al parecer somos varios los que pensamos así. Otros grupos, que son amigos nuestros viven en otros puntos más alejados, son zonas de menor valor porque están más alejadas", acotó.
 
La mayoría de los vecinos consultados considera que la convivencia con los gitanos es normal, natural y "son como cualquier vecino y hasta nos conviene que estén porque ellos trabajan en la calle y siempre se ve gente, y por esto la sensación de seguridad es positiva", expresó un vecino de calle Lamadrid.
 
Un comerciante destacó: "Solo una vez tuve problemas, porque me pidieron mercadería y nunca volvieron, pero eso me ha pasado también con vecinos comunes. Aquí los gitanos vienen, compran, pagan y si no tienen dinero, me dejan algún bien de ellos y cuando tienen el dinero, me pagan y les devuelvo su bien".
 
"A mí no me molestan, en verano los hemos visto comer en la calle, justo detrás del restaurante (Don Mario), ellos están en su mundo y tienen sus costumbres", contó otra vecina, mientras que otra señora resaltó: "Lo que habría que regular es la velocidad con la que transitan los más jóvenes cuando prueban los autos porque puede haber un accidente en este barrio que es muy tranquilo".
 
Desde el municipio de Guaymallén prefirieron no emitir opinión sobre este fenómeno del asentamiento gitano que se registra en el departamento.
 

COMENTA LA NOTICIA

Mundo Gitano – Gypsy World